viernes, 29 de agosto de 2008

Del baúl de los recuerdos

Anoche soñé con un recuerdo y en mi sueño lo tiré por la ventana con una facilidad de desprendimiento que sólo se logra cuando sólo quedan restos bien guardados en el baúl.

Hoy saqué otro recuerdo y lo guardé nuevamente en su sitio, en ese pequeñísimo rincón del baúl que cada vez se hace más pequeño.

Y ya que estaba abierto el baúl, eché una mirada rápida al interior, cerciorándome de que todo esté en su lugar, en el rincóncito correspondiente, unos más grandes que otros, otros que se hacen cada vez más pequeños hasta llegar a la insignificancia, pero nunca al olvido.

Me regocijé de ver el orden del lugar; en general ordenarlo es una tarea que se me ha facilitado.

De todo esto sólo se me complican dos cosas:

1. Meterlos al baúl, porque sé que se conviertan en recuerdos cada vez más insignificantes. Claro que unas veces es más fácil que otras.
2. Uno que ha entrado y salido varias veces porque nunca se ha vuelto insignificante.

A todos aquellos recuerdos insignificantes, y no tanto: A, A, A, D, C, H, D, X, ?, M, P, X ....

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